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Bankia aporta 320.000 euros a Fundación Caja Rioja para impulsar proyectos sociales, medioambientales y de desarrollo regional


Bankia aporta 320.000 euros a Fundación Caja Rioja para impulsar proyectos sociales, medioambientales y de desarrollo regional

  • ·         El acuerdo incluye la puesta en marcha de la ‘Convocatoria 2020 de Acción Social’, que respalda proyectos de asociaciones riojanas con fines sociales, así como el apoyo a proyectos medioambientales, culturales y a actividades vinculadas al sector agrario
  • ·         En el acto de firma del convenio han participado la directora corporativa de la Territorial Norte de Bankia, Begoña Hernández; el director de Gestión Responsable de Bankia, David Menéndez; el presidente de Fundación Caja Rioja, Pablo Arrieta, y el director general de Fundación Caja Rioja, Arturo Colina



Logroño, 03/02/2020. Bankia apoya a Fundación Caja Rioja con 320.000 euros durante 2020 con el objetivo de impulsar en La Rioja proyectos sociales y vinculados con el sector agrario, promover acciones medioambientales y culturales, así como potenciar el desarrollo regional durante este año.

En el acto de firma, que ha tenido lugar en el Centro Fundación Caja Rioja-Bankia La Merced, han participado la directora corporativa de la Territorial Norte de Bankia, Begoña Hernández; el director de Gestión Responsable de Bankia, David Menéndez; el presidente de la Fundación Caja Rioja, Pablo Arrieta; y el director general de Fundación Caja Rioja, Arturo Colina.

La directora corporativa de la Territorial Norte de Bankia, Begoña Hernández, ha subrayado que “la firma de este acuerdo pone de relieve el compromiso que en Bankia tenemos con Fundación Caja Rioja y con las asociaciones riojanas que, a diario, trabajan con el objetivo de potenciar el desarrollo social, cultural, económico y, también, medioambiental de un territorio que está en nuestro ADN”.

El presidente de Fundación Caja Rioja, Pablo Arrieta, ha destacado que “este convenio supone poder continuar con nuestras actividades y saber que Bankia sigue apoyando nuestros proyectos”. “Nos permite impulsar proyectos sociales que tienen por objetivo mejorar la calidad de vida de personas mayores, con discapacidad y de colectivos en riesgo de exclusión social y, también, desarrollar las actividades que siempre la Fundación ha tenido a gala desarrollar para la región”.

El acuerdo de colaboración entre ambas entidades lleva a Bankia a desarrollar, un año más, parte de su responsabilidad social de la mano de Fundación Caja Rioja en la región y a continuar con el trabajo emprendido en 2013, fecha desde la que apoya las actividades que se realizan en los centros de Fundación Caja Rioja.

El convenio incluye la puesta en marcha a lo largo de este año de varias acciones conjuntas entre las que destaca la ‘Convocatoria 2020 de Acción Social’ que, por octavo año consecutivo, respaldará económicamente proyectos de asociaciones de la provincia con fines sociales. En 2019, un total de 26 asociaciones se beneficiaron de estas ayudas que inciden en la mejora de las condiciones de vida de mayores, personas con discapacidad y colectivos en riesgo de exclusión.

Bankia también apoyará a lo largo de 2020 varias actividades vinculadas con el sector agrario, “tan importante y decisivo en la región y para Bankia”, tal y como ha destacado la directora corporativa de la Territorial Norte de Bankia.

Además, respaldará proyectos medioambientales y seguirá colaborando para el desarrollo de programas como Divulgaciencia y las actividades que se desarrollan en la red de Centros Culturales situados en Logroño (Gran Vía y La Merced), Nájera, Haro, Santo Domingo de la Calzada, Arnedo y Calahorra. “Son lugares idóneos como espacios de cohesión social porque en ellos se desarrollan actividades culturales y programas de formación empresarial y profesional continua de todo tipo de entidades”, ha destacado el director general de Fundación Caja Rioja, Arturo Colina.


En el acto de firma también han estado presentes la directora comercial de la Dirección Territorial Norte de Bankia, María Dolores Ramos; y los directores de zona Rioja Oeste y Este de la entidad financiera, Diego Saugar, y Juan Carlos Gonzalo.




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Sagasta "se queda" en Arnedo hasta el 16 de noviembre

El Centro Caja Rioja de Arnedo acoge desde hoy, miércoles 30 de octubre, la exposición “El mausoleo de Sagasta”, una muestra fotográfica organizada por la Fundación Práxedes Mateo Sagasta en la que colaboran el Parlamento de La Rioja, el IER y la FundaciónCaja Rioja. Podrá visitarse hasta el 16 de noviembre, de lunes a sábado, de 18:30 a 21:30 horas. La inauguración de la exposición será mañana, miércoles 30 de octubre, a las 20:00 horas en el Centro Caja Rioja de Arnedo.


“El mausoleo de Sagasta” es una exposición formada por las fotografías de Eva Sánchez Benítez que pretende rendir un pequeño homenaje a la figura de este ilustre riojano en el 110 aniversario de su muerte.
La muestra da a conocer el Panteón de los Hombres Ilustres de Atocha, monumento comparable a otros existentes en varias ciudades europeas donde se acogen los enterramientos de algunas de las más grandes personalidades de la política del siglo XIX y comienzos del XX, como José Canalejas, Eduardo Dato, Antonio Cánovas del Castillo o Práxedes Mateo Sagasta, entre otros, realizados por escultores como Mariano Benlliure, Arturo Mélida, Pedro de Estany o Agustín Querol.

La exposición se centra en una serie de fotografías del mausoleo de Sagasta, obra en mármol de Mariano Benlliure del año 1904, y unos videos sobre el conjunto del Panteón. La fotógrafa madrileña Eva Sánchez Benítez realizó una serie de fotografías antes y después de la restauración de este mausoleo, entre los años 2011 y 2012, y aquí se ha hecho una selección de algunas de ellas, de una gran calidad y minuciosidad, que permiten disfrutar del gran trabajo de Benlliure en este monumento funerario.

TE PUEDE INTERESAR: www.larioja.cc , www.logroño.co , www.calahorra.co , www.arnedo.co , www.autol.co , www.najera.co ...
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Abierta la inscripción para el próximo taller de cocina del Club Cardiosaludable Riojano


Dirigido por Francis Paniego, restaurador con dos estrellas Michelin, 
desde su restaurante Tondeluna 
  • ·         Este  taller de cocina se celebrará este jueves, 9 de mayo, a las 18:00 horas.
  • ·         Los productos de temporada con alto valor cardiosaludable serán los protagonistas del menú.
  • ·         Los interesados pueden inscribirse en el propio restaurante Tondeluna (c/Muro de la Mata, nº9) hasta completar aforo.

El Taller de Cocina de Verano del Club Cardiosaludable Riojano, que organiza el Hospital Viamed Los Manzanos con la colaboración de la Fundación Caja Rioja, tendrá lugar este jueves, 9 de mayo, a partir de las 18:00 horas en el restaurante Tondeluna de Logroño. Estará dirigido por el prestigioso cocinero, dos Estrellas Michelin, Francis Paniego, restaurador del Echaurren de Ezcaray, director del Tondeluna de Logroño y asesor gastronómico de la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal en Elciego, restaurante por el que ha conseguido recientemente una Estrella-Michelin, además de revalidar la que ya tiene desde 2004 en su restaurante de Ezcaray.
El coste de las inscripción para participar es de 10 € por persona y tras terminar la actividad –que durará en torno a tres horas-, se ofrecerá un aperitivo a los asistentes.
Comer de una forma cardiosaludable es, cada vez más, un requisito necesario para mantener una buena salud cardiovascular, coinciden todos los especialistas. Un hábito muy importante que debemos introducir en nuestro estilo de vida y que no tiene por qué estar reñido con comer bien y rico. Esto es lo que el restaurador Francis Paniego demostrará a los asistentes a este taller y elaborará un menú con alimentos accesibles, con una receta de fácil elaboración y eligiendo principalmente aquellos productos de temporada con más propiedades cardiosaludables.
Este taller completa de una manera más práctica la información teórica, consejos y pautas, que en cada conferencia del Club Cardiosaludable Riojano reciben los asistentes para aprender a vivir con un estilo de vida más saludable para nuestro corazón.



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El Centro Caja Rioja de Alfaro muestra una exposición de fotografías sobre la luz del sol de Riojafoto


Los miembros de Riojafoto exponen en el Centro Caja Rioja de Alfaro una muestra de los trabajos que han captado sobre la luz del sol. Podrá visitarse hasta el 12 de marzo, de lunes a sábado, de 18:30 a 21:30 horas.
En esta exposición “La luz del sol” participan un total de 30 miembros Riojafoto; cada uno de ellos expresa de forma libre su particular visión de la luz que produce el Sol: atardeceres y amaneceres, sombras, contraluces…
Riojafoto se fundó en el año 2007; en la actualidad cuenta con un centenar de socios tanto de La Rioja como de Aragón, Navarra, Castilla-La Mancha o País Vasco. El objetivo de la entidad es promover la cultura fotográfica y, para ello, organiza concursos, exposiciones, cursos de fotografía…

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La exposición fotográfica ‘Drogas: una mirada crítica’ puede visitarse desde mañana en el Centro Caja Rioja de Calahorra


El Centro Caja Rioja de Calahorra alberga desde hoy jueves 24 de enero, la exposición fotográfica ‘Drogas: una mirada crítica’, resultado de los diferentes concursos nacionales de fotografía que ha convocado la Asociación Riojana para la atención a Personas con Problemas de Drogas, ARAD, en los últimos seis años. La muestra permanecerá abierta hasta el 8 de febrero, y podrá visitarse de lunes a sábado, de 18:30 a 21:30 horas.
Esta exposición está formada por 35 fotografías; se trata de las imágenes seleccionadas en los seis concursos de fotografía que ha convocado ARAD. En un año en que la asociación ha cumplido 30 los organizadores de la muestra, ARAD y Fundación Caja Rioja han considerado que era buen momento para realizar una panorámica de las fotografías que describen de una forma más explícita el problema de las drogas.
La exposición se incluye en las actividades impulsadas por la Fundación Caja Rioja y ARAD que tratan, fundamentalmente, de prevenir, concienciar y sensibilizar a la población más joven sobre el consumo de drogas.
La Fundación Caja Rioja y la Asociación Riojana para la Atención a personas con problemas de Drogas, ARAD, colaborarán en una campaña de prevención del consumo de drogas. Así lo determinaron esta semana, a través de un convenio de colaboración, el director de la Fundación Caja Rioja, Arturo Colina, y el presidente de ARAD, José Luis Rabadán.
La Fundación aportará 1.500 euros para esta actividad, que estará dirigida a padres cuyos hijos tengan edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, un grupo de población especialmente sensible y de riesgos para el acceso a las drogas. Entre las actividades que se realizarán se encuentran una exposición y un ciclo de conferencias por diversas localidades riojanas.



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El cuento La caja del enemigo, del periodista Ernesto Pascual, ganador del quinto certamen de relato breve ‘Relatos con zapatos’, impulsado por la Fundación Caja Rioja



El cuento La caja del enemigo, del periodista Ernesto Pascual Ladrón, es el ganador del quinto certamen de relato breve ‘Relatos con zapatos’, impulsado por la Fundación Caja Rioja. El ganador ha recibido 600 euros.
Un total de 102 relatos se han presentado a este certamen. Las obras proceden tanto de España como de países como Italia. Hay relatos de La Rioja, Valencia, Cataluña, Andalucía, Aragón o País Vasco. El jurado ha estado formado por el filólogo Ángel Mª Fernández, las periodistas Esther Pascual y Valvanera Sanz, y tres miembros de la Fundación Caja Rioja.
Este certamen de relato breve es una de las actividades impulsadas por la Fundación Caja Rioja para promover la Literatura, y se suma a las organizadas por el Área de Cultura de la entidad, organizadora de certámenes como el Premio Logroño de Novela.

Sobre el ganador
Ernesto Pascual es, en la actualidad, periodista de Diario La Rioja. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto periódicos como televisiones.
Ha sido galardonado con premios literarios, como el accesit en el VI Concurso de Narrativa en 1999 para Jóvenes Autores del Gobierno de La Rioja, el segundo premio en el VII Certamen Literario Nacional Voces de Mujer en las ediciones 2007 y 2008, el primer premio en el X Concurso Literario de Cuentos Ciudad de Alfaro 2001 y con varios accesits en otros concursos.

Sobre La caja del enemigo
Se trata de una historia que el autor sitúa en la Argentina de principios de los años 80, tras la dictadura de Videla. Estructurada en torno a varios flashbacks a través de los cuales, el narrador, el propietario de una recién reabierta zapatería, va dando pinceladas sobre el recuerdo que le producen los zapatos en los denominados “vuelos de la muerte” en los que él tuvo que participar.


La caja del enemigo
No ha perdido la maña. No es muy diferente de cuando lo hacía con Victoria. Se 
agachaba sonriente, asintiendo ante la rabieta de su niña por la rebelión de unos nudos 
que no se dejaban dominar, hincaba la rodilla y tomaba con sus dedos los cordones para, 
con un suave tirón, liberar los mocasines. Alzaba la vista y veía sonreír la tímida 
vergüenza de su hija, que corría a la habitación a recoger aquellos mocasines rosas que 
formaban un arcoíris cuando corría por el primaveral parque y se lanzaba por el tobogán 
sin ningún temor. 
Pero esta vez Herman no se agacha paciente y feliz. Ni eleva la mirada y encuentra la 
desdentada sonrisa de Victoria. La liberación de los nudos no es muy diferente, pero sí 
más complicada y exigente ante un cuerpo inerte, un cuerpo que no sonríe amontonado 
entre otros cuerpos inertes, descalzos y desnudos. Revueltos y enrededados ante una 
montaña de zapatos confundidos. 
- No puedo quejarme. El negocio funciona pese a todo –intenta sonreír mientras 
alarga la funda con las botas remachadas a la vecina del quinto. 
No eran pocas las veces que ante las preguntas tenía que dar cuenta de cómo marchaba 
la reapertura de la zapatería del abuelo. Entendía que los clientes que se interesaban lo 
hacían de buena voluntad y que él debía responder dentro de las mismas normas 
sociales de amabilidad y encuentro. Pero en ocasiones le aburría tener que ser tan 
políticamente correcto, más cuando alguno insistía en cuestionarle por qué era un tipo 
tan callado, tan reservado. No podía explicarles que nunca le hubiera gustado retirar las 
telarañas que cerraron durante décadas el viejo local del centro de la capital. Que 
desearía mantener su viejo y odioso trabajo, que desearía acudir cada mañana a acatar 
las órdenes del jefe y que desearía que nunca aquel médico hubiera firmado la baja por 
depresión que le causó la muerte de su angelito. 
Eran tiempos de cambios para todos. Decían que para mejor. La dictadura de Videla y 
los militares había caído y el aire fresco quería entrar por todos los rincones del país 
aunque muchos, como él, temían que arrastrara susurros de revancha. Las noches de 
golpes en las puertas, de cristales rotos y gritos arrancados del hogar habían pasado y, pese a que costaba, todos debían intentar aparcarlos en una estantería apartada. Para él 
había algo mucho más importante que mirar demasiado atrás, donde sólo encontraba 
dolor y vacío, donde sólo veía mocasines sin color. Tenía a Carlitos a los pies del 
mostrador intentando atarse los cordones de sus zapatos mientras la vecina del quinto le 
despeinaba la raya que con tanto esmero se había trazado frente al espejo. 
- ¡Pero qué mayor está! ¿Cuántos años tiene ya Carlitos? 
- Responde a Nilda del modo y con la educación que te han enseñado en la 
escuela – le instó serio. 
- Voy a cumplir nueve, señora. 
- Ya decía yo que es todo un hombrecito. Cada día se parece más a su padre. 
¿Querrás ser de mayor un zapatero tan bueno como él? 
- Yo ya soy mayor, señora –respondió Carlitos entre las sonrisas de dependiente 
y cliente. 
El vaivén del avión le recuerda al inestable pasar del tren hacia el sur, camino del fin del 
mundo donde le gustaba perderse de joven acompañado por la voz llena de pasión de 
Atahualpa Yupanqui. Al menos ya no se marea como en el primer viaje, cuando vomitó 
el breve almuerzo sobre unos pies cubiertos al sentir que las ruedas se separaban 
lentamente de la tierra. Inertes, descalzos, desnudos. Ya son varios viajes, ya son 
decenas los zapatos, botas, deportivas, mocasines que ha desatado en medio de un vacío 
silencio. Se amontonan junto a calcetines, pantalones, camisas, faldas, blusas. 
- Hay que desnudarlos después de que en el primer vuelo aparecieran los cuerpos 
en la costa de Uruguay y, aunque la sal los había devorado y despelado, por culpa de 
unas monedas los identificaran como argentinos – le explica rompiendo el silencio de 
los motores un compañero mecánico a Felipe, que tiene la desgracia de participar en su 
primer vuelo. 
La tarde del martes es la más temida de la semana. Si la rotativa señala a tu oficial, 
sabes que el miércoles tienes vuelo. Cuantos más oficiales se hagan cargo de las órdenes 
para cumplir la doctrina, más de ellos y más de sus subordinados comparten la mancha. 
Aunque para muchos no es un dolor participar, sino un orgullo por limpiar de 
subversivos la patria. 
Este miércoles no es diferente de otros. Siete chicos y seis minas, preciosas todas, han 
llegado al aeropuerto dormidos en la parte de atrás de la ruidosa camioneta. Pobres. El 
doctor de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada les ha administrado una 
anestesia diciéndoles que era una vacuna para las muchas enfermedades que rondan sin 
atadura los húmedos barracones. Aunque son pesos muertos, es más fácil moverlos 
dormidos para poder meterlos en el camión que les trae hasta el aeroparque. Recién 
subidos al avión, el médico naval les ha aplicado una nueva dosis, más fuerte siempre, 
para mantenerlos dormidos. Quizá soñando. 
La cortinilla de la vieja zapatería cada día se abría más. Aunque él no lo hubiera 
imaginado, parecía que había heredado algo de la maestría del abuelo. Si lo viese, remendando pieles, martilleando tacones, cubriendo las goteras de suelas desgastadas, 
no daría crédito. Aunque le gustaría pensar que estaría orgulloso de él. 
Prometían que eran tiempos de cambios, pero para los de abajo nada cambiaba. Y lo de 
comprarse zapatos nuevos no era una opción cuando los que llevabas puestos podían 
arreglarse. Solía pensar que quizá haya un tiempo en el que todos pudieran permitirse 
comprarse zapatos nuevos cuando el piso hubiera devorado las suelas. Pero mientras 
esas bonanzas esquivaban a la alargada patria y tardaban en llegar, parecía que su futuro 
estaba garantizado. Eso sí, no quería que el oficio del abuelo llegara a su hijo. Para él 
soñaba algo mejor. 
 - Carlitos, ¿vas al colegio? 
 - Sí, señora Marga.  
 - ¿A uno con crucifijos en las paredes? 
 - Claro, mi padre dice que ahí encontraré el mejor futuro. 
 - Eso dicen… pero lo mejor es que ahora encuentre buenos amiguitos, de los que 
saben buenos juegos y que le acompañen para toda la vida. 
- Deje de llorar como un cobarde. ¡Y láncenlos ya! 
El estruendo del viento que asalta la aeronave rompe el vacío y casi no le deja oír al 
comandante. Emilio está llorando a un lado, abrazado a sus rodillas preguntando una y 
otra vez “por qué los desvestimos… por qué los desvestimos”. Nadie le ha explicado 
que no trasladan a los trece jóvenes a otra cárcel, como dice el rumor que habían hecho 
correr días atrás en la ESMA para que a nadie le extrañara la ausencia de los trece. El 
mismo rumor extendido que para otros tantos vuelos. Emilio sigue llorando. El 
comandante se acerca y le propina un puñetazo en la cabeza, le agarra de los cabellos y 
le señala el vacío azul. 
 - ¡Cobarde! ¿Quiere ir con ellos? 
Herman mira a Felipe y le indica con la mirada que tome al primero por los brazos, que 
él lo levanta de los pies. Inertes, desnudos. Descalzos. Ya están mar adentro y es 
momento de “dejar la mercancía”, como escuchó bromear en su primer vuelo a un 
teniente de la Armada. 
Herman ha aprendido a no mirarles el rostro. En los primeros vuelos llegaron a 
confundirle. Tan jóvenes, con los párpados apaciguados, con los labios sellados como 
un mar en el horizonte, parecían soñar. Parecían angelitos, como describía la abuela a 
sus primos cuando los juntaban a todos en la misma habitación de su casa para dormir 
después de las cenas de cumpleaños. En aquella ocasión, a medida que recorría el valle 
de la nariz hasta sus ojos, el teniente percibió su mirada sobre el rostro de aquellos 
comunistas y le atizó una patada. 
 - ¿Qué le ocurre? Les ve dormidos y cree que son mansos, unos jóvenes 
tranquilos que anhelan el futuro. ¡Que le quede claro que no! Que detrás de esos rostros 
están mentes comunistas, sucios subversivos que quieren acabar con la patria y 
deshacerla en añicos como los crucifijos que arrojaban en las escuelas en los tiempos de 
la traidora de Isabelita. A buen tranco, las sombras de los pañuelos blancos paseaban tras la cortinilla que 
protegía el interior de la zapatería del sol de la tarde. No tenía tiempo para pensarlo. 
Dejó la tapa y la bota que estaba reuniendo a suaves martilleos y salió presto para tomar 
de la mano a Carlitos que, inocente, jugaba con una avioneta de juguete sobre las 
sombras de la vieja pared. No se equivocaba. Tras las sombras blancas marchaban a 
unos metros los cascos grises. Sus botas negras golpeaban en su larga zancada el 
adoquín sin cuidar de tropiezos. 
 - Mira, papá, son las mamás de blanco – señala con los ojos muy abiertos 
Carlitos el grupo que se aleja en dirección hacia la plaza-. ¿Por qué mamá no se ata 
nunca un pañuelo blanco en la cabeza? 
 - Porque no lo necesita, hijo. 
 - ¿Por qué no lo necesita? 
 - Porque usted está aquí… en casa. 
 - ¿Sí? -arqueó las cejas-. Entonces, ¿cuando estoy en la escuela o en el parque 
mamá sí que se pone un pañuelo blanco? 
 - No -le sonrió mientras le volvía a despeinar la raya que se había rehecho 
pacientemente frente al espejo tras los mimos de Nilda. 
Carlitos volvió frente a su cristal, no sin antes asegurarse de que los cordones de los 
zapatos seguían bien atados. Se le quedó mirando, con esa carita que marcaba siempre 
que algo se le escapaba de la lógica, de su lógica infantil, la que todo lo ve con ojos 
inmaculados. Realmente había crecido mucho. Estaba orgulloso de que se le hacía 
mayor pero sin dejar de hacer tantas preguntas. Por fortuna, seguía siendo un niño, su 
niño. 
 - Pues… no entiendo nada, papá. Entonces, ¿mamá nunca se va a poner un 
pañuelo blanco, incluso cuando yo no esté? 
 - No hijo, nunca. 
A medida que cumplía la misma orden, Herman se acostumbró. Se lo dice el teniente, se 
lo dicen en la Academia de Militares en la Casa de las Américas, lo dice la televisión, 
los periódicos. Y lo dice la ley. La tortura y la eliminación es una manera de defender a 
la patria y ya no le duele, ya no vomita. Su mente ya no debate. Desde hace unas 
semanas, Herman duerme bien después de rezar al crucifijo que corona su almohada, 
después de besar la fotografía de Victoria sonriéndole sobre los mocasines rosas. 
La pasada también ha sido una buena noche, a pesar de ver esa tarde el nombre de su 
comandante en la rotativa y saber que le tocaba vuelo. Hoy no están atados a rieles de 
ferrocarril, con lo que es más fácil librarlos de sus ropas y acercarlos al vacío. 
Uno detrás de otro, inertes, descalzos, desnudos. La compuerta se cierra, vuelve el vacío 
silencio y es el momento de repartirse el botín. Si no lo cogen ellos, alguno del 
aeroparque lo hará. Herman no es amigo de acumular demasiado. Pocas veces aparece 
alguna moneda o billetes, las joyas ya se las han arrancado antes de trasladarlos desde la 
ESMA y las ropas suelen estar desvencijadas y huelen mal, huelen a miedo. Pero mientras el comandante arrincona a gritos a Emilio, que ha sido incapaz de agarrar 
y empujar a ninguno de esos sucios, Herman los encuentra: son los mismos zapatos 
negros que llevaba minutos atrás Carlos, del que sin entender todavía por qué se ha 
guardado su ficha en el bolsillo del pantalón, pero sin atreverse a leer sus apellidos, su 
dirección, su profesión... aunque intuye que, por la edad, todavía no habrá abandonado 
la universidad. De leve tacón pero con una marca de barro en el empeine de haber sido 
arrastrado como peso muerto, con los cordones desatados, el cuero negro los muestra 
resistentes. Pueden limpiarse perfectamente y es su número. Antes de meterlos en su 
funda gris, desfila la ficha de Carlos bajo la plantilla. Los guardará en una caja antes de 
destapar la botella que, como cada noche, luchará por callar el vacío silencio. Para 
dormir bien después de rezar. Después de saludar a Victoria. 
 - Únicamente están reclamando a los suyos. Sólo quieren saber qué fue de sus 
hijos. Tienen derecho a ello. 
 - Han pasado ya algunos años… no entiendo por qué siguen removiendo su 
dolor. Después de tanto tiempo, es mejor que piensen que Dios los guarda en su seno. 
 - ¿Usted sería capaz de aparcar el vacío si le faltara Sebastián? ¿O imagínese que 
le hubieran quitado a Cristina? 
Le molestaba que hablaran de política en la zapatería. Intentó huir de las palabras y 
refugiarse en la voz de Gustavo Cerati cantando esa frase inquietante de “Yo caminaré 
entre las piedras hasta sentir el temblor en mis piernas” que confesaba la radio. El 
regreso de la democracia hacía dos años había liberado muchas de aquellas frases, ideas 
y debates que, aun así, evitaban pasearse por las calles y esquinas y crecían al amparo 
de pequeños comercios o de sobremesas familiares, en las distancias cortas y conocidas. 
Aunque Nilda y Marga eran dos clientas de confianza, incluso vecinas, le inquietaba 
que un ajeno entrara en ese momento en la vieja zapatería y descubriera el debate. 
 - Y debe tener en cuenta que aquellos soldados sólo cumplían órdenes de sus 
superiores, de lo que decía la ley. 
 - ¿Cumplían órdenes? ¿De verdad? –Marga alzó inconscientemente la voz-. ¿De 
verdad un hombre puede tener una erección por orden de un superior? ¿De verdad un 
hombre, un hijo de una madre, es capaz de alzar un bebé sobre el pecho de su mamá y 
apuntarle con una pistola a la cabeza o electrocutarle en los pies descalzos para que ella 
confiese vete a saber qué? 
 - ¡Por supuesto que no! Pero algo de humanidad les quedaba… En los vuelos no 
lanzaban mujeres embarazadas… 
 - ¡Para robarles a sus niños cuando nacieran! –la voz de Marga se convirtió en 
grito desangrado que hizo que Carlitos abandonara su avión para girarse hacia la 
conversación-. A saber cuántos hijos están creciendo en brazos de los verdugos de sus 
padres… 
 - Por favor, señoras… -interrumpió desde su silencio, desde sus manos afanadas 
en una bota con la tapa repuesta-. Aquí no se habla de política, además ustedes no saben 
cuántos niños rescataron así de familias de perdición para que los adoptaran y educaran 
familias de bien. Volvió el silencio. Tragó saliva y agachó la mirada, el pensamiento, el pasado y el 
futuro entre aquella bota larga, entre las gomas, entre su áspero ir y venir. Echó la 
mirada atrás y observó la sonrisa de Victoria sobre la caja desgastada que sostenía el 
crucifijo. Bajó la mirada y encontró a Carlitos que había vuelto a poner en vuelo el 
avión. 
Nilda y Marga se miraron y, como si un rayo las atizara, apartaron sus ojos hacia la 
nada. Las observó, inmersas en esos silencios incómodos para los que no se encuentran 
caminos de salida. Su mirada fue más allá, hacia la sombra del sol sobre la cortinilla. 
Ante ella se detuvo una sombra blanca. Parecía dudar. Al fin, superó el escalón y 
empujó la puerta de la zapatería. Cruzado el umbral, se detuvo mientras Nilda y Marga 
se giraban ante ella. Carlitos también. 
La mujer del pañuelo blanco atado con firmeza se le queda mirando. Pasan los segundos 
y el único camino de su mirada es la suya, sus ojos, sus entrañas, sus silencios vacíos. 
La mirada abrigada por el pañuelo blanco no se retira. Él asiente, es el único camino que 
encuentra a medida que sus pasos recorren el pasillo, a medida que su mirada se acerca. 
Vuelve el silencio vacío, pero no tiene a mano la botella con que callarlo.  
 - Carlitos, esta señora viene a buscarte –le indica mientras le hace levantarse y 
saludarle con el mismo respeto que le han enseñado en la escuela mientras se gira, retira 
la fotografía de Victoria, recoge la caja gastada por el tiempo y se la entrega. 
La señora de blanco asiente y toma con fuerza de la mano a Carlitos. Agarra la caja, 
mira a su padre, le da la mano a la señora que lleva uno de esos pañuelos que nunca se 
pondrá su madre y avanza hacia la puerta abierta. No mira atrás, pero siente el poder 
con el que le sujeta la señora. Al salir a la calle, cuando la puerta se cierra, la mira. La 
señora del pañuelo blanco está llorando. 
- Carlos, abre la caja, por favor. 
Carlitos no se atreve a ofender sus lágrimas. Retira la tapa y encuentra unos zapatos 
viejos, negros, desgastados, con una mancha de barro que los tatúa y una hoja 
amarillenta entre los cordones con algunas palabras y números. Pone su nombre.  




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Inauguración del "Museo del Calzado de Arnedo" en el Centro Cultural Fundación Cajarioja


El director de la Fundación Caja Rioja, Arturo Colina, y el presidente de la Asociación de Amigos de Arnedo, José Mª Ezquerro, han inaugurado la Colección Permanente del Calzado, una exposición que se ha abierto en el Centro Cultural Caja Rioja de Arnedo.
Al acto acudieron miembros de la Asociación Amigos de Arnedo, el alcalde de Arnedo Juan Antonio Abad, la concejal de Cultura y Turismo, Juani Hernández, miembros de otras asociaciones invitadas y los integrantes del equipo encargado de restaurar y poner a punto todas y cada una de las piezas del "Museo".
La colección, que se encuentra situada en la planta tercera del Centro Cultural, es posible gracias a la colaboración entre la Fundación Caja Rioja y la Asociación de Amigos de Arnedo, y podrá visitarse de lunes a sábado, entre las seis y las nueve de la tarde.
La exposición recoge en varios paneles la historia del calzado en España y, en concreto, en Arnedo; desde las primeras pinturas rupestres encontradas en las que aparecen dibujos de hombres con calzado y pieles hasta los griegos y romanos, que utilizaban el calzado, además de proteger los pies, para hacer distinción entre las clases sociales. En la Edad Media se comenzó a ver el calzado como algo estético y monarcas y nobles gustaban de enseñar y mostrar sus pies cubiertos.
Pero la evolución del calzado, tal y como se señala en la exposición permanente, llegó en el siglo XVIII con la Revolución Industrial. Con la irrupción de la industria y el uso de máquinas que permitían confeccionar en serie zapatos de distintos modelos comienza la industria del calzado. Se trata de un sector renovado en el siglo XX gracias a la constante aparición de nuevas técnicas y materiales.






El calzado en Arnedo
La alpargata fue el único tipo de calzado utilizado por las clases populares hasta mediados del siglo XX. Por su comodidad y resistencia, los campesinos las usaban para el trabajo diario en los campos. En Arnedo, al menos desde mediados del siglo XIX, se producían alpargatas con carácter local, doméstico y artesanal, al igual que en otras localidades riojanas como Cervera del Río Alhama, Logroño, Nájera, Haro o Munilla, donde se realizaban en pequeños talleres que fueron el origen de la industria del calzado de cuero.

El cáñamo y el esparto (plantas herbáceas de las que se obtiene una fibra para fabricar cuerdas y materias primas para la elaboración de
alpargatas) procedían de localidades navarras como Sesma, Cárcar, Andosilla, Azagra o Lodosa. La utilización posteriormente del yute y la introducción a partir de 1875 de la máquina de coser Singer dejaron a las alpargatas en un segundo plano.

Faustino Muro Rubio fue en sus orígenes fabricante de alpargatas. Aprendió el oficio en 1895 y se considera el primero que instauró la industria de calzado en piel en Arnedo, asentado en la calle Mayor en 1909. Fue el primero que se lanzó a comercializar por España sus zapatos, tanto de señora como de caballero, gracias a diferentes viajantes. En sus talleres aprendió Timoteo Ruiz, que pasa en 1920 de alpargatero a productor de zapatos mecanizando el proceso. En el inicio de la década de los treinta, Faustino Muro montó tres tiendas de calzado en Zaragoza, Bilbao y San Sebastián, cediendo la fábrica de Arnedo a sus tres encargados, Gastesi, Domínguez y Pascual, que crearon sus propias empresas.

En 1929 se produjo la llegada de la familia Sevilla, procedente de Munilla, a Arnedo. Las mejores comunicaciones y el afán emprendedor llevaron a Cándido Sevilla a desplazar a Arnedo toda la maquinaria de calzado que poseía en Munilla. Era el año 1933 y se creaba una nueva fábrica con edificios, maquinarias y producción modernizada gracias a la utilización del vulcanizado. La Sierra comienza a quedarse obsoleta, pequeña y mal comunicada e importantes centros como Enciso y Munilla se desmantelan y trasladan sus industrias a Calahorra, Arnedo y Logroño.

De la misma forma, el calzado de cuero comenzó a producirse industrialmente a finales del siglo XIX y se consolidó en la década de 1910-1920. Desde antiguo se trabajaban las pieles en la comarca, ya los celtíberos que habitaron en el Cerro de San Miguel y los musulmanes que se distribuyeron por esta tierra empleaban las pieles, así en la calle Tenerías de Arnedo se recuerda hasta hace poco uno de estos talleres.
La década de los treinta del siglo XX supuso la llegada a Arnedo de la familia Sevilla. Dedicados a tintoreros en Munilla fueron ampliando la empresa familiar a la fabricación de paños y en 1895 iniciaron la creación de zapatillas de orillo con suela de cuero en el sistema de cosido llamado Black, para posteriormente hacer zapatillas de paño en la década de los años veinte y llegar en 1929 a Arnedo.

La presencia de la familia Sevilla en Arnedo fue un hecho sin precedentes. El gran entramado fabril que habían creado permitió la diversificación de secciones. En 1947 contaba con las secciones de textil, gomas, curtidos y zapatillas que llegaron a emplear a más de 780 trabajadores, a ello se añadió una importante implicación social con sus empleados. Se creó la Hermandad “La Cadena” que promovió viviendas, escuelas, economato, ejercicios espirituales…

En 1933 Gastesi, Domínguez y Pascual se asociaron para recoger el testigo de Faustino Muro y surgieron marcas de calzado de señora caballero y niño como Gadopa, Pasigas, Luci y Link o Chicarro. Tras la Guerra Civil también se asentaron en Arnedo empresas llegadas desde Cervera del Río Alhama, productoras de alpargatas y precursoras de las fábricas de zapatillas. De forma paralela se desarrollaron industrias auxiliares vinculadas al caucho y a los cartonajes que dieron muestra del auge y la consolidación de la industria arnedana.

Arnedo es en los últimos años del siglo XX la segunda ciudad industrial de La Rioja con un entramado de pequeñas y medianas empresas vinculadas al calzado que gracias a su peculiaridad familiar lograron esquivar las sucesivas crisis. Segundas y terceras generaciones de aquellos humildes hombres de espíritu emprendedor han creado nuevas empresas que han dado a Arnedo un nombre más allá de localismo regional, y han conseguido que sea uno de los centros productores de la industria del calzado más importantes del territorio español. El tejido empresarial arnedano, según se cierra el siglo XX, está cada vez más centrado en la industria del calzado, tanto en fábricas como empresas auxiliares y de comercialización, y se ha configurado como el impulsor de la economía arnedana.

En el año 2003 el Gobierno de La Rioja y la Asociación de Industrias del Calzado y Conexas de la región (AICCOR) iniciaron los trámites para la constitución del Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja (CTCR), donde se aplican las últimas tecnologías para crear un calzado con marca de La Rioja.
Hoy en día la industria del calzado riojano engloba a más de 200 empresas, muchas de ellas PYMES con menos de 5 trabajadores que emplean a cerca de de 3.000 personas y es el segundo sector con mayor volumen de ventas en el exterior. Las exportaciones riojanas del calzado han ido aumentando en los últimos años.

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