El consejero de Agricultura, Ganadería y Medio ambiente, Íñigo Nagore, ha informado hoy al
Consejo de Gobierno sobre el Plan de Conservación de los Anfibios de La
Rioja, que tiene por objeto proteger las poblaciones de anfibios en la
comunidad autónoma y aprovechar las charcas, estanques y pequeñas zonas húmedas
de la región que pueden ser de importancia para el mantenimiento de la
biodiversidad.
El Plan de Conservación de los Anfibios en la Rioja cuenta
con una vigencia de seis años y actuará prioritariamente sobre las especies
contempladas en la Directiva de Hábitats: el tritón jaspeado, sapo partero común,
sapillo pintojo ibérico, sapo de espuelas, sapo corredor y ranita de San
Antonio.
El documento se estructura en dos grandes ejes de
intervención, uno de carácter territorial y otro de carácter social, con
diversas acciones concretas. En el primero, se incluyen medidas como el estudio
de la situación actual de las poblaciones riojanas y la realización de un
inventario de pequeños puntos de agua de interés para la vida de los anfibios y
la biodiversidad general, que servirá de herramienta de planificación básica
para el resto de actuaciones.
En cuanto a las medidas de índole social, el plan propone
acciones dirigidas a concienciar a la población local sobre la importancia de
las charcas y pequeñas masas de agua para muchas especies de fauna y flora amenazada.
En su contenido plantea la edición de materiales divulgativos sobre el tema y,
en un futuro, la organización de actividades formativas dirigidas a técnicos y
actividades de sensibilización dentro del sistema educativo.
La situación de
los anfibios
En las dos últimas décadas, las poblaciones y especies de
anfibios han sufrido un rápido y constante descenso que les ha llevado a
convertirse en los vertebrados más amenazados del planeta. En La Rioja existen
10 especies de anfibios: dos tritones y ocho especies, entre ranas y sapos, que
representan algo más de una tercera parte de la fauna anfibia peninsular,
formada por 29 especies. Al igual que en España y Europa, son el grupo de
vertebrados con menor número de especies, y sus efectivos poblacionales se han
ido mermando en los últimos años.
La razón de su delicada situación está en su peculiar forma
de vida, entre el medio terrestre y el acuático, que les hace especialmente
vulnerables a todo tipo de alteraciones medioambientales. De hecho, el aumento
o disminución de sus poblaciones es fiel indicador de la salud ambiental y del
grado de conservación de un determinado medio.
La lista de amenazas que afectan a los anfibios es larga,
con factores de índole global y local:
Globalmente: La aparición de enfermedades infecciosas
y de factores como el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono, el
aumento de la radiación ultravioleta o las grandes sequías resultan fatales
para estos animales cuya piel está muy desprotegida y necesita un grado de
humedad constante.
Localmente: La desaparición o deterioro de charcas,
acequias, pozas y otro tipo de zonas húmedas, que son el hogar, refugio y zona
de cría de los anfibios. Así como la contaminación de las aguas, el desarrollo
urbanístico y de infraestructuras, o la agricultura intensiva que ha traído
consigo el uso de fitosanitarios y contaminantes químicos, la concentración
parcelaria y la desaparición de riberas y ribazos.
Acondicionamiento
y creación de medios acuáticos
En este contexto, la Consejería de Agricultura, Ganadería y
Medio Ambiente favorece la conservación y mejora de las poblaciones de anfibios
con actuaciones como el acondicionamiento o creación de medios acuáticos en los
que puedan reproducirse, criar y completar su ciclo vital. Esta línea de actuación,
tan sencilla y económica como efectiva, ya ha demostrado su eficacia en otros
puntos de España y Europa.
En los últimos años, la Dirección General de Medio Natural
ha desarrollado distintas iniciativas para la creación o mejora de charcas y
humedales con el fin de proteger los anfibios y el resto de especies de flora y
fauna que dependen de ellas. Entre ellas figuran el cerramiento de la Laguna de
Anguta en Valgañón, la declaración de los Sotos de Alfaro como Reserva Natural,
la inclusión de las Lagunas de Urbión en la lista Ramsar, la creación y
adecuación del humedal de la Degollada o la declaración de la Laguna de Hervías
como Área Natural Singular. En 2009, se llevó a cabo la restauración
hidrológica del lago de Herramélluri, que ya ha sido rápidamente colonizado por
varias especies de anfibios, y entre 2010 y 2011 se han acondicionado varias
charcas en la sierra riojana, concretamente en Ezcaray, Rabanera, Villavelayo,
Brieva, Canales de la Sierra y Ventrosa. También está previsto editar en los próximos
meses una publicación que recoja información sobre los anfibios y su situación
en nuestra región.
Estas y otras actuaciones similares que se desarrollen en
los próximos años se enmarcarán en este nuevo plan que pretende restaurar todos
los hábitats acuáticos de la región claves para la supervivencia de los
anfibios, crear nuevas charcas donde sea necesario, fomentar un uso de charcas
y balsas compatible con la supervivencia de los anfibios, avanzar en su estudio
y conocimiento y potenciar la educación y el voluntariado ambiental en torno a
este tipo de ecosistemas.
En la actualidad, se estima que en La Rioja existen más de
400 charcas de pequeña superficie y profundidad. La mayoría son balsas de riego
y abrevaderos particulares que se han construido en las últimas décadas para el
manejo del agua, la agricultura de regadío y las actividades ganaderas, y que
suponen enclaves potenciales de cría de batracios.
El Plan no tiene dotación presupuestaria. Si fruto de la
planificación se concreta alguna actuación, entonces se dotará de la partida
correspondiente.
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